"Entonces, descubriéndole la verdad, la dijo: Nunca subió hierro sobre mi cabeza, porque soy Nazareo, esto es, consagrado a Diós, desde el vientre de mi madre: si fuere rapada mi cabeza, mi fuerza se apartará de mí, y desfalleceré, y seré como los otros hombres." (Jueces, XVI, 17).
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