miércoles, 7 de agosto de 2013

Egipte (i II)

" (...) a todos los que aún creen que es posible que se produzca el renacimiento en nuestro país sin la reforma política. Algunas buenas personas siguen imaginando que si cada egipcio trabaja duro, entonces el país avanzará sin necesidad de reforma democrática. Es un planteamiento bienintencionado pero extremadamente ingenuo, porque consideran que los efectos del autoritarismo sólo se limitan al Parlamento y al Gobierno. Lo cierto es que el autoritarismo, al igual que el cáncer, surge en el sistema político para luego extenderse rápidamente por todas las instituciones del Estado, dañándolas y atrofiándolas. El autoritarismo lleva inevitablemente a la corrupción del Estado, lo que provoca de inmediato la aparición de camarillas dentro del régimen que acumulan enormes fortunas mediante la corrupción, de manera que están dispuestas a luchar ferozmente y a destruir a cualquier persona, idea o proyecto con el fin de preservar sus ganancias. A eso hay que añadir el hecho de que el régimen autoritario antepone la lealtad a la competencia, y por consiguiente, nombra a sus fieles seguidores para cargos que, en términos objetivos, no suelen valer para desempeñarlos. Eso les causa el pánico de que aparezca alguien realmente competente que pudiera desplazarlos. De esa forma el autoritarismo se convierte en una máquina infernal que elimina, combate y persigue a las personas con talento de forma sistemática, al mismo tiempo que atrae a los fracasados e incompetentes siempre que aplaudan y coreen al presidente y alaben su ingenio y sus magníficos logros."

Alaa Al Aswany "Egipto: las claves de una revolución inevitable" Galaxia Gutenberg.

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